Creo que no es un secreto lo mucho que disfruto la música de Tim Hecker y, aunque debo aceptar que sus discos me parecen muy similares entre sí, he logrado introducir en mi ADN, escuchar siempre algún disco de él cada semana. Sin embargo, éste es tal vez el disco que menos me aventuro a reproducir. Entre mis favoritos siempre estarán Mirages y An imaginary country, y esos serán indefectiblemente los que siempre buscaré.
Virgins, su séptimo álbum, es para muchos el disco más orgánico de Hecker a la fecha, más por la procedencia de los sonidos que por el tratamiento de éstos. Es un disco en el que momento prima sobre el proceso y en el que los timbres y sonidos generados por instrumentos acústicos brillan, haciéndonos pensar a veces que más que un disco de Hecker, pareces escuchando una banda sonora de alguna película de ciencia ficción o suspenso. Virgins fue un disco impenetrable en un comienzo, bastante fangoso y difícil de explorar. Pero el tiempo ha pasado y he notado que es un gran disco que me tomó más tiempo del esperado en entender, pero que por fin puedo agregar a mi rotación personal de este genio.